La compañía de humor, teatro y música Ron Lalá presenta su visión contemporánea de uno de
los grandes mitos de la literatura universal: Don Quijote de la Mancha.
Un canto a la imaginación, al libre albedrío y a la rebeldía necesaria en el
marco de una época que guarda sorprendentes parecidos con nuestra actual crisis
de principios de siglo. Un viaje del XVII al XXI a lomos de Rocinante.
Con espíritu dialéctico entre tradición y modernidad, los ronlaleros recrean las correrías del caballero andante y su escudero y, simultáneamente, el proceso de escritura de la novela por parte de un Cervantes desencantado, sarcástico y lúcido espejo de la terrible situación social, económica y política de la España del Siglo de Oro. Para ello, Ron Lalá apela a la magia del teatro (la transformación y movimiento del tiempo y el espacio) para plantear un formato cervantino donde las carcajadas se funden con la reflexión, las canciones con las escenas y la participación del público con los textos adaptados de la obra.
Con espíritu dialéctico entre tradición y modernidad, los ronlaleros recrean las correrías del caballero andante y su escudero y, simultáneamente, el proceso de escritura de la novela por parte de un Cervantes desencantado, sarcástico y lúcido espejo de la terrible situación social, económica y política de la España del Siglo de Oro. Para ello, Ron Lalá apela a la magia del teatro (la transformación y movimiento del tiempo y el espacio) para plantear un formato cervantino donde las carcajadas se funden con la reflexión, las canciones con las escenas y la participación del público con los textos adaptados de la obra.
El personaje de Cervantes está presente
en escena con una doble función: una de ellas es su faceta de autor que acota,
explica, realiza “notas al pie”, detiene o acelera la acción, realiza saltos de
tiempos y espacios entre escenas... es el autor como demiurgo, pues
presenciamos en directo la creación de su inmortal novela. Pero, por otro lado,
asistimos también a su periplo vital, nos asomamos al ser humano: sus cuitas,
sus recuerdos, sus dificultades, su “crisis de identidad” (tan reflejada en su
ficticio caballero) y su desencanto de veterano de guerra frustrado como
humanista, como soldado, como autor teatral, como viajero... Compendio y
símbolo de los males que aquejaban a la España culta y humanista, Cervantes
supone en sí un personaje no poco quijotesco, trasunto de toda una época.
Esta duplicidad de planos (plano del
Quijote, plano de Cervantes) está exprimida al máximo en escena con
yuxtaposiciones, juegos, interacción con el público, música en directo de
diversos estilos y el sello de la compañía: un humor sutil, irónico, crítico,
que en esta ocasión se pone al servicio del genio cervantino para acercar al
gran público el absoluto clásico universal de nuestra cultura.
Una mirada moderna, sin complejos, con
música en directo, de un mito siempre vivo. Un tipo de espectáculo “abierto”,
directo, burlesco y dinámico, a la vez culto y popular. Una función en que se
suceden a ritmo vertiginoso los momentos más divertidos de la novela, los
diálogos más ingeniosos, las reflexiones cervantinas y un puñado de canciones
hilarantes. Un juego formal, escénico, textual y musical entre tradición y
modernidad, puesto al servicio de la carcajada inteligente. Un espectáculo para
aprender, reír, participar y, sobre todo, revivir el mito del Quijote
repensando el presente.
Unas palabras del director
Enfrentarse a un montaje del
Quijote será siempre hacer pie sólo “en un lugar del Quijote” y, a partir de
ahí, pelear contra los molinos de viento. Enfrentarse a, quizás, la mejor
novela de la Literatura Universal y además hacer de ella un montaje teatral es
de por sí una batalla perdida. Usted podría pensar entonces: ¿y para qué lo
van a hacer?, y nosotros responderemos: porque hacer teatro es eso,
batallar de manera constante contra molinos, aceptar como norma que siempre es
perfectible el artefacto y como un Sísifo levantar la piedra otra vez sabiendo
que invariablemente se caerá para ponernos frente a frente con la dificultad de
hacer del teatro algo vivo.
El Quijote nos brinda en sus páginas un
abanico de aventuras, pensamientos y vínculos entre los seres humanos que es un
universo en sí mismo. El reto es poder plasmar de manera aguda y sintética un
puñado de todo lo que en él habita, para hacer una semblanza, un poema teatral
en el que la música, el espacio y todo el humor de Cervantes se conjuguen en
una hora y media. Ahí están los molinos, ahí los vemos; y como los artistas
somos caballeros andantes en lucha para encontrar la muchas veces inasible
magia del teatro, emprenderemos este montaje con la ilusión de que esta vez sí
será posible. Los ronlaleros afrontamos esta aventura con honestidad e
ilusión de poder dejarle a la gente nuestra visión de esta maravilla de la
lengua castellana que es nada mas y nada menos que El ingenioso hidalgo don
Quijote de la Mancha.